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Los secretos del encanto de Alicia Hechavarría

Alicia Hechavarría es una mujer cubana de este tiempo. Actriz y psicóloga, amante del café, comprometida al 100 por ciento con la protección y el bienestar animal que es conocida tambien por ser hija del talentoso actor Fernando Hechavarría.

Comenzó su carrera con 17 años de edad, con la película “Ciudad en Rojo” (2009) dirigida por Rebeca Chávez. Desde entonces ha estado trabajando con los directores más importantes del nuevo movimiento de películas en Cuba.

Coloboró con Ian Padrón en su largometraje Habanastation, con Eduardo Moya en Sumbe; con Alina Rodríguez en el cortometraje El color de Elisa; con Laura Hunter en el cortometraje Lucía 21, con Lester Hamlet en Fábula donde tiene el papel protagónico y con Gerardo Chijona en Los Buenos demonios.

“Era una niña muy tímida, así que cuando dije que quería ser actriz fue una sorpresa para todos”, recuerda Alicia Hechavarría al rememorar el momento en que enunció su vocación.

La Escuela Nacional de Arte (ENA) marcó una etapa necesaria en mi vida, enfocada en el descubrimiento de emociones, sensaciones y autoconocimiento que no hubiesen sido lo mismo sin el apoyo de mi “ídolo, maestra y guía Verónica Lynn”, como definiera ella misma.

Al conocimiento acumulado durante los años de formación, talleres posteriores, la carrera de psicología en la Universidad de La Habana y por supuesto, los ejemplos de su padre Fernando Hechavarría y de Carlos Díaz, director del grupo de teatro El Público y quien la acogió como una hija, le ofrecieron una serie de herramientas más que valiosas para el trabajo y el desarrollo de la actuación.

A pesar de su devoción por el séptimo arte, considera al teatro como su casa: “El teatro es vida, es mi santuario, es hogar”. Carlos Díaz siempre lo define como: sangre, sudor y lágrimas, y Alicia Hechavarría dice sentirse identificada con estos términos.

“Al ser una niña tan tímida, enfrentarme a mis demonios, salir de mi zona de confort y desdoblarme fue difícil y el teatro me permitió ese autodescubrimiento. Es un constante reto, con cada función cambia el público, tus colegas, cambias tú y descubres cosas nuevas. El disfrute, la adrenalina es mágica. No puedes cortar y volver a empezar la escena. Tienes que vivir ese momento porque no habrá otro”.

El teatro El Público, bajo la dirección de Carlos Díaz en el Trianón, ha sido fundamental: son mi familia. Mi formación en gran parte se la debo a ellos, quienes han visto mi crecimiento como actriz e incluso como psicóloga porque mi tesis también fue ahí. Como persona igual por supuesto, – reconoció en relación a esta gran institución en una entrevista reciente concedida a la Agencia Cubana de Noticias.

La actriz que enseña Actuación en la ENA es también graduada de Licenciatura en Psicología de la Universidad de La Habana en al año 2014.

La psicología me dio muchas herramientas que puedo aplicar en la actuación. Siempre fue la idea poder complementar ambas. Siento que los principios de estas dos profesiones son muy similares y eso me apasiona profundamente. Por supuesto que este conocimiento me ha ayudado mucho durante las clases. Trabajar con jóvenes es complicado, y la empatía, el respeto y la confianza son primordiales. Esta carrera me ayudó mucho a entender eso – reconoció.

Alicia tiene ídolos, paradigmas y siente satisfacción por haber tenido el honor y el privilegio de tenerlos cerca y trabajar con la mayoría de ellos: Verónica Lynn, Isabel Santos, Daysi Granados y mi padre Fernando Hechavarría.

En el caso de los foráneos: Viola Davis, Isabelle Hupert, Marion Cotillard, Oscar Martínez y Gastón Pauls ocupan un lugar relevante.

Para Alicia Hechavarría, “el mayor reto será siempre el próximo personaje. Si no se siente así, algo no está funcionando bien”.

Sin lugar a dudas, Fernando Hechavarría influyó definitivamente en la decisión de seguir sus pasos en la actuación, aunque al principio creía no ser consciente de ello.

“Mi padre además de actor tiene una amplia y bellísima carrera como profesor, un legado hermoso que espero poder mantener bien en alto”.

Una de las mayores enseñanzas adquiridas en mi vida reciente es valorar la posibilidad de vivir el presente y sus deseos siempre pasan por la necesidad constante de sentir que la vida le reta.

“Quiero seguir mi camino con la misma fuerza y con las mismas ganas que lo he hecho hasta ahora. Quiero estar mucho mejor preparada para tener más herramientas en las aulas, quiero seguir encontrando retos en el camino, y permanecer siempre fiel a mí”.